martes, 23 de septiembre de 2014

Mad Max: Una trilogía con mil aventuras sin contar.

Por: Karl Black

La próxima salida de la llamada "precuela" para la serie de películas tituladas MAD MAX ( 1979, 1981 y 1985) me llevó a revisar esta trilogía que como pocas películas del cine llegó a permear la sociedad tan profundamente gracias a su estética y a un argumento sencillo pero que en este momento afrontamos como una realidad inminente: La escasez del petróleo.

El personaje que abriera las puertas a Mel Gibson es en este trío de producciones un ser que evoluciona que se muestra humano débil y fuerte, decidido, audaz pero ponderado, como un esposo y padre amoroso fiel a sus amigos y a sus convicciones pero siempre humano. El desenlace de Mad Max podría entenderse como simple y flojo para los estándares actuales, sin embargo es el cénit de toda una maraña si bien sencilla también profunda entre la lucha del bien y el mal y los oscuros recohuecos que puede tener el hacer justicia apelando a la deshumanización del justiciero, allí Mad Max termina herido y solitario en un mundo cambiante y que arrastrará consigo lo poco de ética que aun está con él.


Para la segunda entrega, Mad Max se presenta identificable por sus prendas y su vehículo único, solitario como el perro que le acompaña pero inmensamente curtido, sabemos que este Max está muy lejos del punto donde lo dejamos en la entrega anterior, no conocemos sus aventuras previas, no sabemos cómo llegó hasta este punto ni cuánto tiempo con exactitud ha pasado (Al inicio de la película se nos insinúa que pudieron ser años, mi libre interpretación lo pone entre 5 y 7 años luego de los eventos finales de la primera película) en esta segunda entrega el mundo ya ha colapsado completamente y las pandillas de otrora han mutado a bandas de piratas terrestres que hacen lo que sea por conseguir alimentos y combustible, las carreteras son cementerios de chatarras y cadáveres y el oasis se convierte en pozo petrolero (¿Alguien vio preguntarse siquiera por el líquido?) donde un grupo de hombres al control de este oasis mantiene a raya a una muchedumbre de pandilleros que rodean las instalaciones y asedian con sus carros modificados y motos; el encierro debe terminar pero no hay un plan concreto para rescatar el invaluable combustible depositado allí hasta que Max aparece no como tabla salvadora sino como un mercenario al servicio de un patrón que pagará con oro negro; allí es donde entendemos el quiebre en nuestro anónimo héroe (De hecho si mi memoria no me falla, nunca lo llaman por su nombre) y dejamos de lado los bandos solo queremos ver la aventura de quien a muchas ha logrado sobrevivir y esta corta aventura resulta ser exitosa, así que Max recibe su paga y decide marcharse de allí y seguir con su vida, en las peligrosas carreteras cual nómada motorizado sin "un presente ni un futuro"; los avatares le arrebatan lo poco que posee y con lo único que queda Max es sus prendas y la simpatía que ganó en uno de los personajes presentados en esta película. Se gana, se pierde, esa es la lección profunda en esta entrega que nos deja nuevamente a un Mad Max solitario esta vez caminando abandonando la escena de su última peripecia.

Ya en la tercera entrega el mundo post apocalíptico se encuentra en una tensa calma, al parecer ya no hay combustible alguno por el cual luchar y los sobrevivientes están diseminados; Mad Max es ahora un hombre maduro tal vez rondando los 40 años que ya no tiene un vehículo para movilizarse y se gana la vida con sus dromedarios los cuales son robados por un personaje que ya conocíamos de la entrega anterior y que nos demuestra que en esas circunstancias los amigos y la memoria no existen. Obligado a acudir a una ciudad llamada "Truequepolis" o "Negociudad" (Depende la traducción) donde estarían sus dromedarios se somete ante la administradora (Tía Ama) del complejo citadino a derrocar el poder en las sombras, un dúo que se autodenomina Maestro-golpeador quienes tienen bajo su control la producción de metano que permite generar luz y combustible para Negociudad; el trato se viene abajo pues Mad Max no es capaz de asesinar a Golpeador y es arrojado a su suerte en el desierto donde es finalmente rescatado por un grupo de niños que se ha criado aislados de cualquier contacto humano y creen que Mad Max es su salvador a quien llaman Capital Walker; Max pretende convencerlos en que este oasis es el mejor lugar donde pueden estar, pero el grupo de niños se fracciona y unos de ellos deciden buscar Negociudad; Max sabe las implicaciones de ello y va en su búsqueda y de paso rescatar a Maestro quien vive entre las porquerizas temiendo en una muerte en cualquier momento a manos de Tía Ama; finalmente el rescate se lleva a cabo y en la huída Mad Max enfrenta a sus perseguidores estrellando su vehículo contra ellos dejándole mal herido en medio de la nada. El resto del grupo finalmente llega a una Sidney hecha cenizas e inician su reconstrucción convirtiendo la figura del héroe anónimo en un culto.


Estas tres aventuras cuyo lapso de desarrollo son quizá 15 años podrían permitir generar cientos de aventuras para un personaje tan interesante como lo es Mad Max pero cuya creatividad vendría a ser muy sesgada, pues dichas aventuras se limitarían a la consecución de combustible por lo cual la máxima atracción se centraría en las persecuciones entre automóviles y sería entonces la orquesta visual la que hablaría y no la complejidad de un mundo pre y pos apocalíptico que ya se nos ha mostrado; no creo que sea una precuela posiblemente lo que nos traerán, será ese Mad Max del medio entre la primera y la segunda entrega donde está un importante hueco en la construcción del personaje que inmortalizó a Mel Gibson.








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